jueves, 24 de marzo de 2011

EL CAMINO

Siempre he vivido la vida como una gran carrera, llena de metas a conseguir, por las que luchar, haciendo miles de cosas a la vez, que muchas veces sólo me han dado como resultado la frustación de no poderlas conseguir.
Es como si el tiempo hubiera estado siempre empujándome, ha hacer más cosas cada vez, más rápido, y si podía ser cada vez mejor. Exijiéndome a mi misma más de lo que era capaz de poder soportar en alguna ocasión.
Pero cuando enfermas de cáncer, la vida te da una gran lección.
El tiempo se detiene, porque tu cuerpo ha dado más de sí de lo que podía. La quimioterapia te deja por los suelos, y durante mucho tiempo no puedes ocuparte de otra cosa que no sea de tí, porque cada vez tienes que empezar de nuevo, empezar de cero, levantarte y hacer un resset de tu vida...
Aún te queda la contaminación de la prisa, la prisa de que todo termine pronto, de superar las metas que te impones para superar  la enfermedad, o mejor dicho, el tratamiento de la misma. Pero eso ya no depende de tí.
Y entonces, aprendes a seleccionar, a ser paciente; aunque a veces cuesta, porque todavía llevas el chip de correr, pero ya no puedes, tu cuerpo no te lo permite. Sólo puedes levantarte e intentar hacer una y otra vez el mismo recorrido, como si cada día nacieras y tuvieras que aprender a andar.
Hay que aprender a seleccionar. A vivir los momentos por su calidad y no por la cantidad de cosas que somos capaces de hacer. Disfrutar de los pequeños instantes, vivirlos intensamente como si fuera la primera vez en todo, que realmente lo es. Porque te has perdido mil detalles, millones de emociones, muchísimos sentimientos, te has perdido vivir intesamente con los tuyos, disfrutar de sus sonrisas, de su crecimiento, de sus sentimientos y de los tuyos. No tenemos tiempo para pensar en todas esas cosas...la vorágine de la carrera no nos lo permite.
Hay que aprender a tener paciencia, a no querer que los acontecimientos sucedan rápido, sino cuando tengan que suceder, porque cuanto más los deseas y los esperas más los saborearas cuando lleguen. Hasta Querer y ser Querido lleva su tiempo....
Sube la montaña mirando el paisaje, la cima no se mueve de su sitio, espera pacientemente a que tú llegues, sea cuando sea.... siempre está allí, inamovible, sólo tú andas o corres y de tí depende si quieres llegar rápido o si quieres vivir la calidad  los acontecimientos que te ofrece en el camino.
Carme 24/03/11

domingo, 20 de marzo de 2011

LA FUERZA DE LA MONTAÑA

Tengo la gran Suerte de levantarme por las mañanas y hacer el café viendo las montañas.
En los días claros y con sol, eso me proporciona tranquilidad, buen humor y mucha energía. En los días grises, donde el cielo se confunde con Ellas, me cuesta un poco más, pero sé que están allí. Impasibles, inamovibles, emanando vida, fuerza y energía.
Ellas también sufren.. pero nunca se les nota.
Dicen que con el sufrimiento se crece, y creo que es verdad. Se crece mucho. Te das cuenta de que los problemas siempre son menos de lo que son, que hay cosas que son verdaderamente importantes en la vida y cosas que nos lo parecen, pero que en el fondo no lo son tanto.
Aprendes a no tener miedo, a estar más seguro de tí mismo, a luchar con todas tus fuerzas, a saber lo que no quieres en tu vida, a no dejarte arrastrar por la corriente...
Como las montañas, que alimentan con su vida a todos los seres que viven en ellas, que sufren cuando hay sequía, incendios, plagas,... pero que se reestablecen una y otra vez, aunque eso les cueste años, aunque les cueste en algún momento perder su belleza, su dignidad y su integridad.
Ellas también sufren el cáncer, pero nos demuestran una y otra vez que con el Cáncer también se vive, también se crece y también se siente...
No hay que dejar nunca de ver el Sol, porque sale cada día, aunque a veces no lo veamos. Siempre está ahí, con su mejor sonrisa, ayudando a las montañas, para que siguan creando VIDA.
Carme 20/03/11.

miércoles, 16 de marzo de 2011

La noticia

Recuerdo perfectamente el día que me encontré el bulto, no me puse nada nerviosa, pensé que debía ir al ginecólogo para que me lo miraran porque en mi familia había antecedentes de cáncer de mama, pero aún así tardé unas cuantas semanas en pedir hora.
Nunca pensé que dos meses más tarde me dirían que era un cáncer de mama.
La verdad es que todo el tiempo que transcurrió entre que me lo encontraron y me dijeron que era un carcinoma ductal, siempre fuí muy positiva, ahora lo pienso, y quizás puedo decir inconsciente, pero me ahorré dos meses de sufrimiento, siempre pienso que hasta que no te dan una mala noticia no hay que preocuparse porque tampoco sirve de nada.
Ese día tengo recuerdo de secuencias que me pasaban muy rápidas y como si no fueran conmigo.
Cuando llegué a casa, envié mensajes a los amigos que sabían que me daban los resultados de las pruebas ese día para informarles de que el tumor era malo.
Tengo una imagen caótica de ese momento, amigos llamando, mensajes, .... todo el mundo preocupado y supongo que tan asustado como yo. Pero también tengo muy buenos recuerdos, todo el mundo volcado conmigo, ofreciéndose a ayudarme en cualquier cosa, a acompañarme al médico, a las pruebas, a la operación, todo mi EQUIPO dando lo mejor de sí mismos, haciendo todo lo que podían y más para ayudarme, para hacerme sentir que estaban conmigo... y puedo decir que 8 meses después sigue siendo así.
Ese mismo día, cuando veía que todos a mi alrededor estaban sufriendo mucho, fué cuando decidí que no me podían ver mal, que debía SONREIR, que debía hacerlo por mi hijo, mi familia, mis amigos y por mí misma.
Fueron momentos muy duros, sobretodo cuando me quedé sola, sé que lloré, lloré mucho, con mucha rabia, porque empezaba a salir de un mal momento, empezaba a disfrutar de la vida, empezaba a salir adelante y pensaba que ese no era mi momento, no para tener un cáncer... pero ¿hay a caso algún buen momento para sufrir?
Me preguntaba muchas veces ¿Por qué a mí? ¿Por qué me había tocado? ¿Qué había hecho yo en la vida para merecerme esto? Nunca he encontrado la respuesta a ninguna de estas preguntas, supongo que porque no las hay.
Nunca he sabido de dónde saqué las fuerzas, pero siempre he intentado tener una sonrisa, aunque a veces también me derrumbe, supongo que de la vida misma, porque como diche LAMARI DE CHAMBAO sigo "Enamorá de la vida aunque a veces duela".