domingo, 15 de mayo de 2011

LEVANTANDO EL CAMPAMENTO

Siempre hay un momento en el que debes tomar la decisión de levantar el campamento.
Nunca sabes cuál es el momento adecuado. No sabes si realmente estás en condiciones de seguir subiendo. Son muchos meses de grandes esfuerzos, de caer y levantarte, de empezar de cero una y otra vez,… Es un gran esfuerzo físico y mental, agotador en muchas ocasiones y satisfactorio, por supuesto, por sus recompensas.
Hace una semana decidí volver a levantar el campamento, y seguir avanzando pero para ello necesitaba despojarme de aquello que ya no necesitaba, mi peluca…
¡No ha sido fácil el camino! Levantarte y enfrentarte otra vez contigo misma, cambiar los pensamientos negativos por los positivos, es un duro trabajo que debes hacer cada día.
Mi pelo es tan corto, que aún se puede leer que he tenido un cáncer. Por eso la gente reacciona de formas muy distintas cuando te ven, y tú ves en cada una de ellas, aquello que tú sientes.
Algunas personas te miran y bajan la vista, no saben qué decir, puedes oler su miedo y en su miedo está el tuyo. Pero esas personas sólo deben servirte para entender que no debes quedarte abajo y seguir contemplando la cima.
Otras te miran orgullosas, sonrientes, saben que tener pelo, aunque sea muy corto es un buen síntoma. Es síntoma de haber superado la enfermedad, de haberte enfrentado a ella, saben que es el final de una dura etapa. Y esas personas son las que te dan el coraje para seguir adelante, para sentirte bien, para seguir siendo valiente, levantarte cada día y presentarte al mundo tal y como eres, te hacen ver que continúas en el camino.
Y luego está tu Equipo, como siempre incondicional, levantándote el ánimo, acompañándote hacia la cima, ayudándote a sortear los obstáculos. Ellos saben que estás agotado, que puedes perder las fuerzas en cualquier momento, pero ahí están acompañándote, dándote la mano cuando te tambaleas, levantándote cuando te caes. Es entonces cuando entiendes que ya estás llegando, que el esfuerzo no ha sido en vano. Te demuestran que no importa que lleves barro en las botas porque ellos ya saben que has cruzado un gran fangal. Ellos son los que te recuerdan la suerte que tienes, las cosas positivas que has ido encontrado, el crecimiento personal que has hecho durante el trayecto,… Y hacen que no te olvides de que cada día sale el SOL y que hay que enfrentarse a la vida como siempre… CON UNA GRAN SONRISA!!!!!!!!
Carme 15/05/2011.