Hoy me he sentado en mi balancín del tiempo!
Me he visto tejiendo la bufanda de la vida, aún sin terminar, y he contado
y contemplado la cantidad de colores que tiene cada vuelta.
He desecho los nudos del hilo, pero cuando sigo estirando, aún vienen muchos
más, los hay pequeños y enredosos, de esos que tienes que dedicar tiempo en
deshacer, los hay medianos y fáciles de desenredar, de los que sólo necesitan
un gran estirón y también grandes y complicados, de los que exigen paciencia y
dedicación.
Me pregunto cuánto hilo necesitaré para tejer y cuántos nudos tendré que
deshacer mientras esté tejiendo…
He observado los colores de las vueltas, van pasando de colores pastel, a
colores grises y negros, y en el último trozo he podido encontrar colores
intensos. El verde de los prados de la esperanza, el azul de la serenidad del
mar, el marrón de las imponentes montañas, el blanco de la nieve inocente, los
amarillos y naranjas, tonalidades del sol y la amistad, el rojo de la romántica
puesta de sol y de mi corazón, y a veces en alguna vuelta… el color del dolor,
la impotencia y la desesperación, una mezcla difícil de definir.
Quiero seguir tejiendo, y quiero seguir poniendo los colores intensos de la
vida, los que me hacen falta para levantarme por las mañanas y decidir que será
un día estupendo. Pero algún día mis dedos no me lo permiten, no puedo dar la
vuelta al hilo para tejer, y eso me desespera. El dolor de huesos me hace
volver al pasado, recordar cosas que prefiero olvidar, ponerme en tensión y
pensar… ¿Y si la siguiente vuelta volviera a ser negra?
El balancín del tiempo, se sigue moviendo. A mi alrededor, hay gente, para
mi gusto demasiada, que está tejiendo sus grises y negros, y me produce una
gran pena y frustración, nadie debería tejer en esos colores, el aprendizaje
debería ser violeta, rojo, naranja, amarillo, azul, verde…
Voy a seguir meciéndome, voy a intentar que esos nudos de hilo negro y gris
que se resisten, sean hilos suaves, finos y de colores, de colores de la vida,
de lo que todos tendríamos que intentar ver y vivir.
Dicen de mí que soy optimista y confiada, y seguramente es así, prefiero
seguir desenredando hilo que hacer nudos, pensar que la gente es naranja en
lugar de negra, y cuando alguien se empeñe en seguir enredando, cortar el hilo
y cambiar de madeja.
Si tienes un hilo negro, cámbialo de color, si tienes un nudo que te
aprieta, córtalo, si tienes una temporada de grises, ¡Lucha! ¡No hay nada
imposible!
He tenido suerte de poder luchar, y conocer lo mejor de la gente, su cara
amable, su sonrisa, su bondad,… me quedo con eso.
¡Gracias a todos los que siguen poniendo colores a mi vida! ¡Os Quiero!